lunes, 7 de mayo de 2012

Maestros Antiguos


Retiro la mirada del papel que cubre las paredes de este antiguo café-cabaret y observo por el cristal de la ventana. Vuelve a llover. Parece que esta primavera, las nubes se resisten a marchar. Con una taza de chocolat chaud entre mis manos, comienzo a ojear Maestros Antiguos (T. Bernhard).

Ahí está Bernhard, tal y como lo recordaba, con sus frases reiterativas y su estilo tan personal e innovador. Sonrío al ver el formato de la obra (un solo párrafo desde la página 1 hasta la 193, sin descanso). Es un provocador nato.

Me cuenta la historia de Reger, un señor austríaco que va cada día, desde hace treinta y seis años, al Kunsthistorische Museum para contemplar el “Hombre de la barba blanca” de Tintoretto. Desde la sala Bordone, donde Reger se sienta, nos irá haciendo partícipes de su opinión acerca de las obras maestras. Para él, todas tienen algún detalle que las hace imperfectas, sólo tenemos que observar bien para descubrirlo. 

Me detengo en una de sus reflexiones sobre los profesores actuales y las visitas a los museos: “En esas visitas al K. Museum los profesores, con su pedante insuficiencia, ahogan en esos alumnos toda sensibilidad hacia la pintura y sus creadores (…) Una vez que han entrado con sus profesores en el K. Museum, esos alumnos no vuelven a entrar en él en sus vidas”.

A pesar de su claro tono pesimista, no le falta razón en muchas de sus afirmaciones. Aún recuerdo mi primera experiencia en el Museo del Prado, tenía nueve o diez años. Acabé sentada en el suelo, en mitad de una sala, llorando de cansancio y desesperación.

El discurso de Reger me ha hecho retrotraerme a mis clases de Museografía en la facultad. En mi promoción éramos muy pocos alumnos, no llegábamos a quince, así que los debates y las discusiones se sucedían diariamente. Eran clases dinámicas, con mucha libertad, parecían tertulias entre amigos. Algunos defendían la gratuidad total de los museos, otros estaban completamente en contra, más atrás reclamaban que estos debían contener menos obras porque es imposible visitarlas todas… Me parece enriquecedor las opiniones encontradas.


A mí me gusta que los museos aglutinen a todos los artistas que crean necesarios. Me parece más práctico ir al museo del Louvre y encontrar esa cantidad de esculturas clásicas, donde cada uno puede elegir con la que deleitarse; a que las obras estuvieran repartidas por todo el mundo. Mi ritual antes de visitar un museo es pasarme los días precedentes buscando en el catálogo virtual las pinturas y esculturas que me interesan. Luego las apunto en una hoja de libreta y, una vez que estoy allí, sólo voy a contemplar aquellos autores que me gustan (bueno, excepto si es Orsay, ahí me hace falta un papiro en vez de un folio). En mi humilde opinión, es agotador querer ver todas y cada una de las salas, creo que llega un momento en que dejas de apreciar los detalles, la belleza y las singularidades de cada obra. Aunque comprendo que cada uno usará el método con el que mejor disfrute. Al fin y al cabo, los museos son eso: contenedores de belleza, expresión y sensaciones.

Me pregunto… si tuviese la oportunidad de contemplar una obra diariamente, durante años como hacía Reger, ¿cuál sería? Quizás me podría pasar las horas muertas en la Terrase du Caffé de Van Gogh, imaginando la vida de los transeúntes; o haciéndole compañía al Niño asomado a la ventana de Murillo, mientras me cuenta lo que ve a través del alféizar; aunque también me gustaría darle la bienvenida a diario a la Primavera de Botticelli, para que cada mañana llenase mi vida con el aroma de sus flores. Creo que no sabría por cual decidirme.


Por último, he de confesar que soy adicta a esas tiendas de los museos repletas de postales… No me puedo controlar, siempre me justifico igual: “por si no tengo oportunidad de volver”. Tengo varios álbumes de fotos colmados de postales y los marcapáginas apretados en una lata de galletas francesas (y lo peor es que luego me da pena usarlos). 

Con este tiempo hoy me quedo sin mi paseo por el campo. La lluvia me da ganas de colegios ingleses, creo que pasaré la tarde viendo El club de los poetas muertos. ¡Gracias por pasar y disfrutad de la tarde!

(La entrada la escribí ayer, pero no pude publicarla. Hoy ya ha mejorado mucho el tiempo y tendré mi paseo por el campo con mi perra).

4 comentarios:

  1. Efectivamente la diversidad es buena, y los debates civilizados son una buena costumbre.

    En otoño viene una macroexposición de Murillo a Sevilla, aunque no sé si incluirá este "Niño..." (si no viene este, vendrá otro).

    Un saludo Mª José. Te ha quedado una entrada muy bonita.

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    1. Hola Pablo!
      No sabía lo de Murillo, esperemos que pueda volver para verla. Aunque sería en fin de semana y estará masificado, pero bueno... menos es nada. Hace dos años estuvo la del Joven Murillo y no decepcionó. Aunque yo, como ocurre con la música, no soy de un pintor como el que es de un equipo de fútbol. De pocos artistas me gustan cuadros de todas sus etapas. De Murillo, por ejemplo, me quedo con las obras de los niños pobres o pícaros.
      :) Gracias por pasar.

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  2. Cómo me gusta leerte MªJosé...qué bien nos cuentas esos paseos tuyos por el campo, la imaginación...el Arte!! Desde luego, yo también sería de las que me quedaría en ese café de Van Gogh...Y en algún otro de Leonardo Da Vinci...o en esas chicas de Boticcelli...Mi interés por los Museos creció conmigo. Al principio me parecían un rollo. Pero de más mayor les he ido cogiendo aprecio...creo que fue de adolescente, cuando ví a las Meninas...en vivo y en directo.
    Me quedaría mirando horas un cuadro de Rembrand en concreto...o como me pasó en Londres con La Dama de Shallot...y algún que otro prerrafaelista más...Hay obras que desatan en ti miles de sentimientos...
    Y como a Enriqueta, me encanta la diversidad!!
    Ay!! las tiendas de los Museos...son maravillosas, en especial, por las postales.
    Una entrada preciosa...gracias por dejar que entremos contigo en ese café tan interesantes...(ese chocolate sonaba muy bien...hoy hace mucho calor, quizá mejor, un helado??)Besos!!

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    1. Muchas gracias María! No sabes con la alegría que recibo siempre tus palabras.
      Es que hay museos tan bonitos... Como Orsay, sólo el edificio ya te cautiva. ¡Qué belleza La Dama de Shallot! El Tate es mi asignatura pendiente. Bueno, realidad, todo Londres. Sólo he estado un fin de semana para asistir a una exposición del emperador Adriano en el British. Me pude escapar a ver algunas obras de la National Gallery, pero no me dio tiempo a mucho más. Me quedé con las ganas de ver a Ofelia, de Millais.
      Mil gracias por venir a mi Lapin Agile, para el próximo día, pedimos un batido de fresas naturales, que en este tiempo están riquísimas y así nos refrescamos.
      Muchos besos!

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