miércoles, 31 de octubre de 2012

Happy Halloween!



Finales de Octubre y de camino al Lapin Agile ya he visto todos los escaparates llenos de calabazas, fantasmas, calaveras y demás figuras diabólicas. Y, tal como me sucede con la decoración de Navidad, cada año me gusta más contemplarlo.


Sé que no es una celebración española pero, sinceramente, es más atractiva que la nuestra.  Así que, con el alma embriagada del espíritu de Halloween (y  aprovechando que las entradas de cine estaban a tres euros), me fui a ver la nueva película de Tim Burton: Frankenweenie



A mí, Burton como persona ni fu, ni fa (su mujer sí que me encantó en el papel de Bellatrix en Harry Potter); pero sus dibujos me apasionan. Esos marginados y solitarios niños de caras níveas y azabaches ojeras, esos cementerios de tumbas desperdigadas… ¡me pueden!



La película, en blanco y negro, no me defraudó. El protagonista es Víctor, un niño fascinado por la ciencia, que pierde a su perro en un accidente y que hará todo lo posible por recuperarlo. Víctor desprende una ternura especial.


 Está basada en un cortometraje que realizó el mismo Burton en los años 80, inspirado en la historia real de la muerte su perro Sparky. Fue como un homenaje para su compañero de infancia.


 En mi opinión, lo tiene todo: es tierna y divertida. Y para rematar, en la taquilla nos dieron unas caretas de los protagonistas: Víctor, Elsa y Sparky. Así que Mazapán ya tiene disfraz para este año.

Mazapán de Sparky

Pero no acabó ahí mi día “burtoniano”. De vuelta al Lapin, pasamos por una gran superficie y allí me encontré que la marca Disney había confeccionado una colección especial de ropa para esa firma. Yo no soy caprichosa, no suelo comprar mucha ropa, ni seguir modas, pero… No me pude contener. Fue ver la sudadera y, a mi lado, el perro de Paulov tenía la boca seca. Así que, mi santa hermana se apiadó de mis deseos primarios (o secundarios, no sé cuáles serán estos) y me la regaló. ¿No me digáis que no es adorable?


Por hoy no habrá más fiesta de Halloween, pero nos quedaremos esperando que aparezcan los niños pidiendo sus caramelos (incluso aquí, los niños se han enterado ya de lo que es el Truco o Trato). Aunque, sinceramente, como no lleguen pronto, les voy a tener que dar un par de euros para que se los compren ellos mismos, porque la bolsa cada vez está más vacía. 


Gracias por venir a pasar un rato al Lapin, antes de iros, os invito a probar un trozo de pastel de queso y oreo y un té.


A partir de ahora, en las fotos que sean hechas por mí (en vez de decirlo), llevarán puesta la foto de Agripina (la muñeca de mi perfil). Bueno... conociéndome, la pondré cada vez que me acuerde.

lunes, 15 de octubre de 2012

El Viento en los Sauces, K. Grahame



A pesar de que, según el calendario, llevamos casi un mes de otoño, por aquí sólo se ha dejado ver un par de días. El sol no nos deja guardar la ropa de verano, ni dar nuestros deseados y esperados paseos por el campo. Así que, cansada de esto, el jueves por la tarde “olvidé” mis obligaciones y decidí salir a buscar un poco de fresquito otoñal.







Pedimos al dueño del Lapin Agile que nos pusiera el té en un vaso-termo, cogí a Mazapán y condujimos hasta la playa más cercana. Allí, me senté a disfrutar de la brisa marina cuando vi llegar a un señor enchaquetado, salido de la más pura época victoriana. Venía con un cuaderno en sus manos.

-          Buenas tardes, soy Kenneth Grahame… se dice por ahí que te gusta imaginar cómo serán el interior de las madrigueras que ves cuando paseas por los pinares en otoño. Yo puedo mostrártelo.

Se sentó a mi lado y comenzó a enseñarme sus dibujos garabateados. K. Grahame me narra la historia de la Rata de Agua y de su amigo el Topo quienes, junto al solitario Tejón, intentan hacer entrar en vereda al díscolo y altanero Sr. Sapo.

La Rata de Agua y el Topo
No os podéis imaginar lo que me gustan esas ilustraciones de animales antropomorfos, vestidos con ropa humana, cuyas madrigueras están construidas al más mínimo detalle, con alacenas, con la tetera burbujeante en la chimenea…


Juntos, abandonamos la playa y nos adentramos en el bosque de pinos. Mazapán corre delante de nosotros, creo que olisquea cada agujero que ve por si encuentra a esos animalitos de los que habla el señor Grahame.





Mi compañero de hoy comienza también a contarme su historia personal. Una historia algo triste. Su madre murió y su padre le abandonó, dejándolo con sus tíos. Su sueño era ir a Oxford, pero debido a la escasez de recursos, tuvo que abandonar esta Universidad para ir a trabajar a un banco. Pero nunca renunció a su amor por la escritura.

Vivió la época de cambios de la Revolución Industrial y parece que no se acostumbraba demasiado. Lo podemos ver bien en su relato de El viento en los sauces. Aboga por la vida pastoril, ese retiro campestre con el que muchos soñamos e idealizamos. El contacto con la naturaleza, la tranquilidad de un hogar con un fuego de madera al lado del cual sentirse seguro. 

Nuestro querido autor tampoco tuvo mucha suerte en su matrimonio, siempre fueron infelices. Y, para completar su desgracia, su único hijo Alastair (que siempre había sido enfermizo) murió en extrañas circunstancias a la edad de veinte años. La versión oficial es que fue accidental, pero se habla de que él mismo se tiró a los raíles del tren.

Comienza a levantarse algo de viento fresco.

-          Es el Viento en los Sauces- me dice Grahame, con una sonrisa cómplice.

-          Pero si aquí sólo hay pinos- le respondo mientras termino de recoger unas piñas del suelo.



 
Pero cuando me vuelvo él ya no está. Ha desaparecido por algún sendero, después de contarme su deliciosa historia de los cuatro animalitos. Quizás, la Rata de Agua lo ha invitado a cenar a su acogedora salita de madera. 

Así que Mazapán y yo volvemos al Lapin Agile, con el verdadero otoño de la mano y  con una nueva aventura a nuestras espaldas. 

Hoy lunes, por fin, se siente que la estación ha cambiado de verdad y que ya estamos en octubre. Os invito a que os quedéis un rato más a tomar una bebida caliente y a echarle una ojeada a las ilustraciones que habitan en el relato de Grahame. Y luego, si queréis, podemos ver algún capítulo de la 4ª temporada de Downton Abbey, porque para mí, desde que se estrenó la serie, el otoño también es Downton.

Las fotos son todas mías, excepto las ilustraciones que son de H. Hargreaves y la foto de Grahame. Espero que os haya gustado el paseo de hoy...