miércoles, 24 de abril de 2013

Campiña soñada



Otro de mis anhelos era pasear en coche por la campiña inglesa, aunque fuese dar una vuelta sin rumbo alguno. Así que el domingo lo dedicamos a eso. Nos hicimos unos bocadillos en pan de lembas y emprendimos nuestra aventura de comarca en comarca. 


(Bueno, vaaaaaaaaale, no era pan élfico, sólo era pan de pita, pero a mí me gusta imaginar).

Las estrechas carreteras rurales de Inglaterra, y de Irlanda, son tan bucólicas. Los curiosos árboles se acercan hasta las orillas del asfalto y alargan sus huesudos dedos, como intentando tocar los techos de esas máquinas de chapa que se pasean por su mundo. 
Carretera rural de Oxfordshire

 
Especies que se dejan ven al ladito de la carretera
Ventanas diminutas
Conduciendo por la región de los Costwolds, yendo de pueblo en pueblo por estas tierras, llegamos hasta Bibury. Había leído que William Morris (escritor y artista muy vinculado a los prerrafaelitas) había dicho que éste era el pueblo más bonito de Inglaterra, y una quería comprobarlo por sí misma. 

Bibury

El pueblo en sí, no tiene nada, son dos calles, pero es precioso. A mí me pareció la comarca de los hobbits. 
 
Yo me imaginaba una puerta redonda y pensaba que saldría Bilbo

 Tras dar un paseo, nos detuvimos en una pequeña tienda (también oficina de correos) donde compré algunas postales. Me fascinan estas tiendecitas decoradas con gusto, nada llamativas, ni agresivas con el entorno de alrededor (si este pueblo estuviera en España, seguro que le colgábamos toallas, con la foto del pueblo, en el toldo de la calle). 
Catedral de Gloucester (mi ingenio con el paint no tiene precio)

 Continuamos el recorrido hacia Gloucester, en cuya catedral se grabaron muchas escenas de Harry Potter. 


en gloucester

 
 
Soy fan de la saga, no puedo evitarlo.



 Y, por último, nos encaminamos hacia Bath. Llegamos bastante tarde y, además, el navegador se volvió loco y estuvimos dando vueltas por la periferia de la ciudad como media hora (si alguien está interesado en comprarse una vivienda aquí, que me llame que yo le informo de las condiciones de cada una porque me las vi todas tres o cuatro veces). 
 
Bath
Como digo, al ser domingo y tan tarde, no había casi nada abierto, pero yo me conformaba con pasear por las calles que habían inspirado a Jane Austen.

Catedral Bath
Calle de Bath

Recorrimos las calles de los baños, la catedral, fuimos hacia el puente Pulteney, vi que, sabiendo de mi venida, habían abierto una tienda en honor a mi cumpleaños…






 
Pulteney Bridge
 
¡qué monos los de Bath, que sabían que yo iba!

Royal Crescent

Repusimos fuerzas en una cafetería antes de coger el coche para volver, no sin antes inmortalizar el Royal Crescent, cerca de donde habitó mi querida Jane Austen y hablar un ratito con ella.
Con Miss Austen (yo soy la del chaquetón discreto)
 Le dije que me alegraba mucho verla fuera del Lapin, así que ella, tan educada, me citó para tomar el té en su casa de Chawton con más tranquilidad, pero eso ya os lo cuento en otra entrada…

La foto de Bibury queda algo descuadrada, pero es para que lo apreciéis mejor.

viernes, 19 de abril de 2013

Paseo por Londres



La última (bueno y única) vez que había estado en Londres fue todo muy rápido. Sólo teníamos dos días y medio, razón por la que fuimos a todos sitios deprisa y corriendo. Así que lo que tenía claro era que este viaje, que casi me ha caído del cielo, lo quería disfrutar tranquila. No he pretendido, en ningún momento, ver todas las cosas posibles. He preferido pasear, visitar los sitios que nos encontrásemos, comer cuando tuviésemos hambre, descansar cuando estuviésemos exhaustos… así, básicamente, hacer las cosas que realmente nos apeteciera. 
 
El día que dedicamos a Londres, comenzamos por ir a Camden Town. La meteorología había pronosticado un día lluvioso. Sin embargo, hacía tanto frío que la lluvia no apareció, a medida que caía, se fue convirtiendo en nieve. Así que tuvimos la suerte de pasear por la ciudad londinense mientras se precipitaban los copos sobre nuestros rostros. Hacía un frío increíble, pero fue muy especial. 



Me había olvidado mi gorro en el coche, así que heavy-chef me regaló uno allí en el mercado de Camden y, de repente, me convertí en un conejo, que para eso estábamos en Pascuas (por cierto, nos hicieron regatear. Odio tener que hacerlo, por muy barato que lo compre, siempre pienso que me están estafando). 


Camden es un mercado con una estética gótica y punk, aunque cada vez más, se está convirtiendo en un sitio más turístico y menos alternativo.  

Tras un gélido recorrido por las calles y abarrotadas tiendas, volvimos al metro para visitar el Museo de Londres (bueno antes fuimos a King Cross para hacernos la foto con el carro de Harry Potter, pero allí me invadió la emoción y el frikismo y no me acordé de que tenía que hacer una foto sin mi cara para el blog…). 


En dicho museo disfruté mucho de la parte victoriana, sobre todo, de la sección de los juguetes de la época: las casas de muñecas, las vajillas con todos sus detalles…


Réplica de una tienda de tabaco

Réplica de una tienda de especias y galletas (si no recuerdo mal)

Sin darnos cuenta, el minutero había dado alguna que otra vuelta de más al reloj y necesitábamos comer algo. Nos encaminamos a la zona de Westminster, siempre tan llena de vida, para comer algo y descansar. 
Big Beng

Repuestos de toda la caminata, decidimos que lo último que visitaríamos sería el museo Tate Britain, porque tenía muchas ganas de ver las obras de los Prerrafaelitas. Tengo que decir que fue un fracaso absoluto. Primero, porque me equivoqué de parada de metro y, para llegar, tuvimos que caminar durante treinta minutos. Y, para cuando llegamos, descubrimos que no había ni una sola obra de estos pintores. Todas estaban recorriendo el mundo en una exposición temporal. Me tuve que conformar con visitar la tienda y comprar postal de Ofelia (menos da una piedra, que dirían en mi pueblo).





Y la nota discordante fue que hubo un problema con la línea de metro que debíamos coger hasta nuestro coche. La habían cortado y el trabajador del metro que debía explicarnos, no estaba muy colaborador. Hubo algún momento de estrés y tensión porque no sabíamos cómo volver. Pero bueno, gracias a que conseguimos una solución alternativa y a un amable señor inglés que sí se quiso hacer entender, pudimos llegar sanos y salvos a casa. 

Siempre lo diré: odio las ciudades grandes. Para visitarlas un ratito está muy bien, pero no podría vivir en un sitio tan grande como Londres, Madrid, Barcelona… Prefiero ciudades más pequeñas como Roma u Oxford, sitios más recogiditos. 

Las fotos son todas mías, menos la de Ofelia que la he cogido de Internet. Es que no le he podido hacer la foto a la postal que compré porque me he dejado la cámara en Inglaterra... A partir de ahora, todas las fotos que tenga que hacer utilizaré el móvil.

martes, 16 de abril de 2013

He vuelto...



Como os dije en el anterior post, yo tenía un sueño: ir algún día a Oxfordshire y poder visitar la ciudad universitaria, pero también, toda la comarca y sus alrededores. Y eso era, sólo un sueño que veía muy lejano. Muy a menudo, hablaba con una amiga de la Universidad, que también compartía este anhelo, e incluso buscábamos itinerarios que podríamos hacer si ganásemos la lotería. 

Sin embargo, Heavy-chef, tras muchos meses de desesperar y de infructuosa búsqueda de oportunidades en España, terminó encontrando un pequeño sendero que le llevó hasta un pueblecito de Oxfordshire. Así que yo empecé a ver que el sueño quizás se podría acercar un poco, no sabía cuán próximo podría estar, pero mirad… en sólo dos meses, he podido ir a visitarlo y, de camino… alcanzar uno de mis deseos. 

Vuelvo de pasar diecisiete días maravillosos, de descansar, de visitar lugares preciosos, de ver nevar, de sentir la cara helada y seguir siendo la más feliz del mundo…

Vuelvo de pasar unos días en una casa encantadora, rodeada de cottages, que he sentido como mi propio hogar… 
¡Para quedarse ahí para siempre!

Vuelvo de disfrutar de paseos por la ciudad de las agujas, de marearme por la conducción “del revés”, de equivocarme de puerta cada vez que me iba a montar en el coche…
 
Autopista a Londres
Vuelvo tras haber tomado de nuevo el té en compañía, tras haber probado los deliciosos crumpets y tras haber dejado un cargamento de comida española en el frigo de heavy-chef…
Crumpets con nutella

Vuelvo llena de felicidad por todo lo que he vivido y con las pilas cargadas para sobrellevar mejor esta situación.

Me he acordado mucho de vosotros,  os iré contando alguna de las visitas, cuando me asiente y ponga en orden mi vida normal.
Un beso fuerte!