Sí,
creo que alguna vez lo he mencionado, pero he de reconocer que a mí las cosas
bonitas me vuelven loca. No me refiero a que pierda la cabeza por grandes marcas, modas, tendencias, etc. No,
lo que a mí me pasa es que se me hace la boca agua con cierto tipo de
decoración, motivos, dibujos, prints…
Como me dicen por aquí: “soy el deseo
de cualquier director de marketing, soy la víctima perfecta”. A mí me
ponéis un puñado de estiércol metido en una cajita bien presentada y, a poder
ser, con algún motivo de tartán (cuadros escoceses) de cualquier color y yo os
lo compro. Así, con total convencimiento y sin ningún tipo de criterio más allá
del estético. La parte buena de esta obsesión es que no soy nada impulsiva con
las compras, quiero decir, que paso por delante de algo precioso que capta mi
atención, lo miro, remiro, suspiro, lo deseo, suspiro otra vez… pero luego
empiezo a sentir la presión de mi lado sensato que me dice “no gastes en
caprichos innecesarios”, “son lujos capitalistas”… y termino yéndome con las
manos vacías. Luego hay veces que, una vez en casa, el deseo persiste y me hace
volver semanas después, cuando he ahorrado, y compro el objeto que lleva
semanas rondando mis sueños cada noche. Aunque claro, también hay veces que,
para cuando vuelvo, ha habido otra persona más rápida en decisiones que yo y me
quedo sin él (con esto último tendría varios ejemplos, dos de ellos en Londres,
las Navidades pasadas. Pero eso ya lo contaré otro día).
chuches de los libros de Harry Potter |
Uno
de los puntos álgidos de esta obsesión llegó con mi primera visita a los
estudios de Harry Potter, imaginad un sujeto como yo plantada allí, en mitad de
una tienda desmesurada, con todos los productos y cachivaches que vuestra mente
pueda llegar a imaginar. Yo hiperventilaba, pero como el hiperventilar no es
sinónimo de que tu cartera se vaya llenando de billetes de cien libras, pues
todo quedó en una varita y un libro que fueron, y siguen siendo para mí, el
mayor tesoro jamás descubierto por el hombre desde que el mundo es mundo. Así que,
meses después, cuando supe que iba a volver con motivo de mi cumpleaños
(imaginaos Harry Potter + decoración de Navidad= locura para mí), me llevé
meses ahorrando para cuando volviera a poner mis pies en aquella tienda. Salí
con un bolsón de “porquerías”, entre ellas comida.
Porque
ahí es donde yo quería llegar con esta entrada, a la comida. Últimamente, es
uno de los cinco grandes deseados en mi lista: libros (a poder ser de portadas
bonitas), cuadros escoceses, dibujos de animales antropomorfos, tazas y comida.
Pero no cualquier comida, no un bocata de sobrasada, que estará muy rico, no
digo que no, pero… no me refiero a eso. Los últimos meses, me ha dado por
fotografiar comida bonita, me paso los ratos poniendo la mesa, buscando la luz,
etc. No soy muy buena aún con la técnica, pero me entretengo y paso un buen
rato, que es de lo que se trata. Así que cada vez que entro en un supermercado
temo, porque se me van los ojitos detrás de todos los estantes buscando
botellas, latas, paquetes bonitos... Una de las últimas cosas que hemos
cocinado ha sido una fondue de quesos, para la que compré un brócoli. Que a mí
el brócoli, ni me gusta, pero me pareció que tenía una forma de árbol muy
fotografiable. Así que convencí a mi comensal para hacernos con él “porque hay
que comer verduras” y luego fingí que me encantó su sabor y su textura, pero
que para la próxima “me bastará con mojar pan en el queso”.
Para
que os hagáis una idea de hasta dónde está degenerando esta nueva afición, sólo
bastaría con decir que, en la última visita de turismo que hice hace un mes, me
traje de recuerdo un… ¡Bote de Ketchup! Así, con todas sus letras. ¿Dónde
quedaron los llaveros, los imanes para
el frigo…? No lo sé. A mí lo que me pareció fue que ese bote de kétchup de cristal
quedaría muy bonito en una foto y luego puesto de decoración en mi cocina.
¿Pero qué cocina? No sé, la que yo me imagino que tendré cuando me toque la
lotería y tenga casa propia, pero yo me estoy haciendo mi “ajuar” de cosas
bonitas.
Pues
puestos en antecedentes, vayamos a la lectura, que es de lo que se suponía que
iba a hablar antes de contaros la historia de mi vida. Hace unas semanas, un
viernes, para ser exactos, iba paseando por el centro de la ciudad. Mientras
andábamos, iba explicando que esa noche iba a empezar a leer Matilda
de Roal Dahl
en inglés, apoyándome en un audio libro leído por la mismísima Kate Winslet,
que compré en la Waterstones de Oxford.
Y,
de repente ante mis ojos, como si la hubiesen construido en ese momento sólo
para que yo sucumbiera al pasar por la puerta, una tienda de productos
americanos. Me tiré de cabeza y sin brazos por delante para proteger la mollera.
Si la puerta de cristal no llega a estar abierta me dejo allí los morros.
Inspeccioné todo, de arriba abajo: salsas, recipientes grandes, patatas fritas,
sirope de arce… Y cuando ya creía que no podía haber nada mejor, allí estaba
bien colocada, coloreada con vivos colores, perfumada con un aromático e
irresistible olor, fotografiable al 100%... cumplía todos los requisitos: una tableta de
chocolate Wonka, traída desde la misma fábrica de Mr.
Wonka.
En
esos instantes, volví a la disputa interior de “no, da igual, el chocolate de
marca blanca que hay en casa también está muy rico…”, “tampoco me muero por
probar ese maravilloso sabor de crème brulée” (mentira cochina todo). Pero para
disuadirme y llevarme por el mal camino, entró en escena el “aspirante a santo
del año”. Sí, Heavy-chef me la compró, no sin antes recordarme la de veces que
había querido regalarme algo por lo que había suspirado, yo había dicho que no,
luego me había arrepentido, habíamos vuelto y ya no estaba.
Así
que, tras la tienda de productos americanos, fuimos a la librería y se vino
como regalo otra obra de Roal Dahl, Charlie y la fábrica de chocolate, en inglés
(para justificar que no era capricho, que eso era ¡ESTUDIO!).
Y
así pasé la noche del viernes y todo el fin de semana, leyendo una de las obras
más tiernas de Roal Dahl y saboreando el maravilloso chocolate Wonka.
Bueno, poco a poco vuelvo a escribir entradas, en ésta he tirado
la casa por la ventana y os he contado media vida. Espero no haberos aburrido,
porque al final de lo que menos he hablado ha sido del libro en sí, pero la
palabra con que recuerdo el libro es “delicioso”.
Espero que tengáis una buena semana, yo me voy a carvar
calabazas, otra afición muy estética y
muy americana que adquirí en Inglaterra el año pasado y que pienso conservar
¡Vivan los americanos y su marketing!
Las fotos están hechas por la menda lerenda (era obvio, si no, no habría tenido la poca vergüenza de firmarlas). La segunda está hecha con un móvil, por eso sale con formato raro. Mi asesor técnico ha salido y no volverá hasta dentro de un par de horas así que... me perdonan, pero estaba deseando publicar.
Las fotos están hechas por la menda lerenda (era obvio, si no, no habría tenido la poca vergüenza de firmarlas). La segunda está hecha con un móvil, por eso sale con formato raro. Mi asesor técnico ha salido y no volverá hasta dentro de un par de horas así que... me perdonan, pero estaba deseando publicar.
Mi querida María José,
ResponderEliminar¡¡Qué bonito es fijar la mirada en algo que pueda parecer absurdo y darle un sentido!! Tú lo haces...con pequeñas cosas como esa botella de Ketchup...y además es precioso ver que de cosas sencillas y pequeñas, en el gesto de la vida diaria,... se pueden tener momentos preciosos...¿por qué no entonces retratarlos? Espero ver alguna de esas fotos...seguro que has captado ese Carpe Diem que todos buscamos vivir.
Gracias por las risas que me has hecho pasar,...eso de imaginar estiércol con tartán escocés...Querida...te aseguro que "gracias" a eso, ahora tengo que pasar el tiempo deshaciendome de cosas que realmente no necesito, y que pensé que si porque estaban muy bien adornadas. Tengo una amiga que esas cosas las llama "pongo"...¿dónde lo pongo? Y algunos "pongos" están muy bien, pero...cuando tienes muchos...y los has almacenado, entonces eres consciente de que no necesitas tanto. También es bonito disfrutar de algo que te gusta mirar, y que te acompaña...los objetos también pueden ser importantes.
Pero el marketíng que tienen muchos productos hacen que una babee y diga...esto lo quiero un rato en mi vida...o quizá para siempre, jajajaja...En fin...Cuando hemos ido la casa de Jane Austen, de seguro...nos hemos tenido que contener, verdad?? Saben cómo llegar a nosotras.
Luego están los libros...y ahí hay justificación completa para llevarnoslo. ¿Y el marketíng de los libros?...Ese en el que la portada te lo ha dicho todo, aunque el contenido sea muy diferente a lo que esperabas...casi que te lo llevas aunque no te convezca, porque "seguramente no leíste bien y...por dentro me gustará más..." Pero los libros que hoy nos presentas, son geniales. Tengo, creo, a Matilda, un poco escondida entre cajas...y la fábrica de chocolate aún espera su momento idílico...que tal vez llegue este año, ya que es el cincuenta aniversario.
Leer a Roald Dahl es sinónimo de pasar un buen rato...tiene momentos desternillantes.Y unas ideas de lo más creativas. Este verano, en la piscina, no paraba de ver a una niña que la llamaban Matilda...y creo que su libro tuvo mucho que ver para que ese nombre formara parte de esa niña...además...creo que era un poco como ella. Salvo por el pequeño detalle de leer...de momento no vi indicios de que le gustara. En fin...nunca es tarde para empezar.
Veo que tienes Wonka en casa...mmm....ya nos contarás si sabe también como parece.
La verdad es que la vida en tu Lapin sabe muy bien. Ahora, gracias a esta lectura, tendré que acudir al chocolate escondido y hacer un "carpe diem" en toda regla....jajaja...
Es sensacional que estés por aquí de nuevo...las fotos son muy bonitas y están muy cuidadas. Ya las imagino decorando tu Lapin...
¡¡Un beso muy muy grande!! (Tolkien también me recuerda a ti)
Hola María!
EliminarLa verdad es que para mí es un disfrute ver la comida y ponerla bonita para sacarle la foto. Hace años no hubiese pensado que hubiese visto tanta belleza en la comida, ni siquiera en los dulces, ya que de más joven nunca vi la comida como un placer, sino como mero alimento que estás obligado a comer. Ahora es diferente, me gusta probar nuevos sabores, combinar colores, experimentar con recetas (bueno, yo las propongo y él cocina, ya sabes...). Lo malo que todo lo que fotografías, luego tienes que comértelo :S y terminas empachada.
Jajaja como entiendo lo de los "pongo" de tu amiga. Yo tengo ya dos cajas llenas de cosas de decoración y "pongos" para mi futura casa, sin saber si algún día tendré alguna o el espacio que ésta tendrá jaja Normalmente, me inclino por encapricharme por cosas como tazas, platos bonitos, manteles para el té... cosas que se supone que voy a usar seguro.
Lo de los libros, como bien dices, es otro cantar. ¡Una locura! Los de Debolsillo están sacando unas ediciones, bastante asequibles, de pastas duras que son mi perdición. Dos veces que hemos ido el mes pasado a la librería, me he venido con dos regalos: "Sentido y Sensibilidad" y "Orgullo y Prejuicio", el primero no lo he leído aún, el segundo lo leí en su día pero sacado de la biblioteca (así que supongo que son compras justificadas :) ).
La verdad es que, a excepción de Matilda, yo a Roal Dahl lo descubrí ya de mayorcita. Y, al menos, una vez al año me gusta leer uno de sus libros, si es en inglés mejor. Esto lo hago mucho con los libros infantiles, así si no me gusta, me queda la sensación de que no he perdido el tiempo, sino que he aprendido más inglés. Aunque con Roal Dahl no se suele una decepcionar.
Haces muy bien en darte el capricho con el chocolate, a mí la tableta de Wonka me duró apenas unos días, estaba buenísima, con una capa de crema suave en su interior... se me hace la boca agua al recordarla.
Un beso enorme! Muchas gracias por venir siempre y por tus palabras tan cariñosas!
Querida María José
ResponderEliminarme sumo a las palabras de María y te digo que me has sacado la sonrisa con un montón de las frases que nos has regalado :) Un bote de Ketchup, un tartán con estiércol, un brócoli árbol…¡eres única y es precioso que puedas sacar la belleza de las cosas más insospechadas!
Ahora te tengo que confesar que yo también soy una víctima del marketing en toda regla. No quiero ni imaginar lo que sería mi casa si pudiese comprarme todo lo que se me antoja. Vamos una feria decorativa que ni contarte :) Y ya ni que decir de los productos ligados a las fiestas: Navidad, Pascua, Halloween… a mi cualquier fiesta me vale.
Jean me dice que soy una caprichosa sin remedio, pero como adoro las cosas con tanta pasión no tiene más remedio que ceder (ante algunas cosas claro).
Las fotos que ilustran tu entrada son maravillosas y me he enamorado absolutamente de la última. Que preciosidad de calabazas y esa cesta de castañas; me han entrado ganas de sentarme al lado de una chimenea, asarlas y comérmelas de una sentada. Luego como suele pasar me dolería la barriga del empacho que me pego; pero no puedo evitarlo, me vuelven loca y son la mejor señal de que el otoño y el invierno han llegado, mi época del año favorita :)
!Un beso muy muy grande!
PD. No se si te llegó bien pero te escribí un e-mail y como soy un poco desastre con las tecnologías no se si te llegó bien. Si no, pues nada ya te tengo por aquí de vuelta :)
Hola mi querida Marie!
EliminarSi mi obsesión al marketing ha servido para sacar unas sonrisas, entonces yo ya me voy sintiendo cada vez menos culpable :)
Muchas gracias por tus palabras, siempre tan cálidas. Aunque, como ya te dije en tu blog, has sido una mala influencia jaja me he visto dando mil vueltas por el centro de la ciudad para encontrar una plaza de aparcamiento y tomarme un Pumpkin Spice Latte, a casi las dos de la tarde! Que yo ya tenía hambre cuando encontré el aparcamiento, pero yo había ido allí a probar el dichoso brebaje y no me iba a ir sin él. Y menos mal, porque fue el último día que lo ponían. Ahora están poniendo el de Navidad, según me dijeron, que no sé cómo estará, pero si lleva gengibre... I'm out! Lo siento, desde que probé las galletas de gengibre que pintamos en la casa de Jane Austen en Chawton, no he vuelto a oler el gengibre. Qué malas estaban por dios! Con la ilusión que le habíamos puesto a la decoración.
Uf que me voy por las ramas :)
Menos mal que las otras víctimas del marketing salís en mi ayuda jaja ha sido como ir a un curso de terapida. Yo me veo más respaldada y justificada desde que he leído vuestros comentarios. Y me pasa igual que a ti, los productos ligados a las fiestas son mi debilidad. Desde que volví de Inglaterra he incorporado a la fiebre de la Navidad, el amor por Halloween y por Pascua. El año pasado ya recibí, y regalé, mis primeros huevos de Pascua y estaba tan emocionada como una niña pequeña.
Qué bien que te gusten las fotos! La última fue de hace unas semanas que fuimos a la sierra a coger castañas. Que a mí, como el brócoli, tampoco es que me apasionen, pero yo había comprado un canasto tan mono por si algún día iba al campo a coger castañas y quería estrenarlo. Porque también podría haber ido y depositar los frutos en una bolsa de plástico del mercadona, pero no es lo mismo. Yo quería sentirme la protagonista de la escena más bucólica jamás captada, yo quería que Renoir se retorciera en su tumba por no haber podido pintarme mientras estaba allí agachada, con mi cestita de mimbre en el brazo, y soltando todo tipo de improperios mientras me pinchaba los dedos con los dichosos erizos de las castañas. Ya sabes, desde ahora, seremos las del clubdelmarketing.
Mil gracias por tus palabras siempre, por tu trato tan cercano y por el cariño que desprendes, tanto por vía pública como por email :)
Por todos estos momentos, vale la pena el tener un blog.
Un besazo fuerte!
María José:
ResponderEliminar¡Que bonito leerte! cuando mis hijos debían comer las verduras, siempre les decía que los brócolis eran árboles y ellos gigantes que los consumían. La coliflor eran árboles nevados...ayyy lo que tiene uno que hacer para que coman verduras :D
A mi me pasa como a tí. Me gusta algo y trato de convencerme de que no lo necesito, y luego ando pasando frente a la tienda para ver si está ahí esperando por mí. A veces si, otras resulta que no. ¿Qué se le va a hacer? lo bueno es que no me dura mucho porque siempre hay algo nuevo que llama mi atención.
¡Cuéntame cuál fue la vara que compraste! yo quería la de Hermione pero -pensando qué iba a hacer con la varita mágica en casa- no la compré. ¡Y me arrepiento! y vi el collar que trae eso para cambiar el tiempo (ya no me acuerdo como se llama, pero tu seguro sabes de qué hablo) y ese si lo quería, pero ya no tenían disponibles. Mi marido e hijos tuvieron que arrastrarme de la tienda porque yo quería la bata de howgarts y cambiarme para andar por el parque de diversiones con ella puesta, y la bufanda y bueno...amenazaron con sacarme de la famila ;) Y mira que hubiera sido vergonzoso porque yo era la que parecía niño berrinchudo en la tienda, y no los frutos de mi vientre jajaja
un beso,
Ale.
Hola Ale!
Eliminarjaja qué paciencia debéis de tener las madres muchas veces! La mía, cuando yo era pequeña, me dejó por imposible. Yo era muy mala comilona, así que se conformaba con que ingiriese algo y lo mantuviese en el estómago sin vomitar. Aún así, siempre he tenido una salud de hierro, la más delgadita pero siempre sanísima.
Me alegra saber que no soy la única que se rinde al marketing :)
La varita que compré la primera vez fue la de Hermione y HeavyChef se compró la de Sirius Black. Luego, volvimos a ir en Navidad y compramos la de Dumbledore (la de las reliquias de la muerte). Te entiendo con lo de la bata de Howgarts! Yo quería un jersey de Gryffindor (el amarillo y granate que usan cuando juegan a Quidditch), estuve a punto de comprármelo, pero luego dije: "es muy caro, no lo vas a usar..." y ahora me arrepiento mil veces. Pero bueno... lo dejo para cuando visite el parque de Orlando en un futuro lejano.
Me he reído mucho imaginándote por allí jajajaja habría que vernos a las dos juntas por una tienda llena de objetos de Harry Potter.
Un besazo enorme!!
Mª José!
ResponderEliminarTotalmente comprensible todas tus compras, bueno, yo no soy fan fan de harry potter pero si hubiera visto todo lo que has comprado con los dibujos de Peter the rabbit, me las hubiera comprado también!! todo muy lindo.
Hasta yo que soy recontra ahorrativa no pude evitar comprar un mini baúl de chocolates nomás porque tenía dibujos de ositos, qué horror!!
Mis hermanas me dicen, y para qué sirve esto? y esto? quieren que vuelva nomás para que les traiga otros recuerdos :(
Y tienes muchas suerte de que tu heavy cheff ya te conozca y te haya comprado ese chocolate que se ve muy rico, mmmm, y si pues, a veces cuando te arrepientes y vuelves por ese objeto que querías comprar ya no está.
Nunca he leído Matilda y mucho menos Charlie y la fábrica de chocolates (de esta última ni he visto la película :O) pero tiene que ser pronto, aunque sea Matilda!
Las fotos están muuuy buenas, me encanta la de la vaquita con las verduras!!
Me alegro mucho que ya estés volviendo al mundo blogueril!!! :D
Hola Pilarcita!
EliminarMenos mal que os tengo a vosotras para comprenderme jaja. Yo lo pasé fatal en Inglaterra porque son los reyes del marketing, a la par que los norteamericanos y los japoneses. Veía cosas de Peter Rabbit en cada rincón: libros, juguetes, manteles, vajillas... a cada cual más caro y yo miraba para otro lado para no caer en el pecado. Pero un plato de estos animales de Beatrix Potter sí que compré en un viaje que hice un domingo por la campiña y llegamos a un pueblo precioso y escondido... Estaba tan feliz que no pude dejarlo allí. Fue una justificación en plan: "¿pero yo cuándo voy a volver aquí? Si en un futuro me arrepiento, jamás habrá vuelta a atras" y se vino conmigo :)
A mí Matilda me encantó de pequeña y quiero volver a leerla. Charlie y la fábrica de chocolate la había visto en película, pero no me terminó de agradar. Sin embargo, el libro sí que me ha gustado más. Lo que suelo hacer con los libros infantiles es comprarlos en otro idioma (inglés o francés), así mientras los leo, pues también tengo la impresión de que estoy estudiando y los disfruto el doble :)
Un abrazo muy fuerte!! Me encanta estar de vuelta con vosotras!
Querida Mª José... jaja... Siéntete bien acompañada porque yo también soy muy como tú en el sentido de "ansia de cosas bonitas". Igual, igual: me alucino con algo que me gusta mucho y me entra ese debate de "lo compro, no lo compro"... Lo único que en los últimos tiempos he debido de madurar o de volverme un poco más "zen". Es cierto que me compraría miles de cosas bonitas, pero luego pienso en todas las miles de cosas que me he ido comprando durante mi vida y que luego, con el paso de los años, me han dejado de gustar o simplemente han pasado a ser un "trasto más".. No sé si me explico. Así que ahora prefiero tener cuantas menos cosas mejor, que luego me da pena tirarlas.
ResponderEliminarCreo que mi mayor perdición son las tazas... Tengo varios juegos y algunos sin estrenar. El otro día, después de entrar en combate con mi conciencia por el "no a la compra", me compré un juego de tazas que ya me gustaría que las vieras, quizá te envíe una foto. Me encantaría invitarte a tomar té o café, jaja... son de lo más monas y muy campestres, muy estilo inglés. Casi las metí a escondidas en casa pero mi novio se dio cuenta y me dijo: "¡¡Laraaa!!, ¿¿más tazas??"... No lo puedo evitar.. jaja.
También me encantan las vajillas, me encantaría tener un montón para poder hacer fotos bonitas a mis recetas, pero bueno, hoy por hoy me voy apañando con lo que tengo, porque sino sería una locura. A veces compro un cacharrito suelto porque me gusta para alguna foto y luego lo tengo dando vueltas un tanto descolocado y otras veces por no comprarme sólo uno me compro el juego y, no sé, también me agobia lo de acumular.
Que digo yo que si últimamente te ha dado por fotografiar comida bonita, que ya podrías animarte a hacer alguna recetilla y deleitarnos con ellas, ¿no? ;)
Respecto a "Charlie y la fábrica de chocolate", no me he leído el libro aunque sí he visto la película. La verdad es que la peli, no sé... no me gusta mucho. La idea no está mal pero, quizá el rollo que le da Tim Burton no es el apropiado. Y éso que a mi Tim Burton me gusta mucho, pero no sé...
Pues creo que no se me olvida comentarte nada :)
Siento mucho tardar en escribirte, pero bueno, más vale tarde que nunca ;)
Un beso enorme!!